domingo, 26 de agosto de 2007

Chica en Santo Domingo

26-08-07 20:00h.
Plaza de Santo Domingo, Madrid.

Tarde de domingo.
Tiempo de espera.
Jitanjáfora en la mochila.

Plaza de Santo Domingo.
Gente en el parque.
Invitación al sosiego.

Ella, en el banco de enfrente.
Postura de medio loto.
Cartas en su regazo a la espera de ser escritas.

Intercambio de miradas:
Ojos castaños.
Sonrisa sincera.
Belleza germánica.

Indiferencia manifiestamente fingida.
Cinco minutos y volver a mirarla.
Los mismos ojos, la misma sonrisa.
Su cabeza dice que no, pero sus ojos dicen que sí.

Vuelta al principio.
Cinco minutos y volver a mirarla.

Una muleta y los pensamientos en otra persona evitaron el levantarme y acercarme a ella. Hablarla, entablar una conversación, descubrir que es de un país del norte de Europa. Dinamarca, quizá. Hablar de Madrid, del tiempo, de las obras, de la gente, de los bares. Una invitación a cenar. Algo frugal, algo cutre pero con estilo. Reir delante de unas tapas. Dejar que la cerveza nos haga dar un paso más. Una invitación a su habitación en el hotel. Los dos sentados en la cama. Momentos embarazosos. Sinceridad innecesaria. Dejar que los acontecimientos contradigan las palabras.
Besar sus labios. Acariciar su piel. Morder su cuello. Agarrar sus senos. Moldear su cuerpo. Sentir que se derrite en mis manos.

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